miércoles, 27 de febrero de 2013

Racismo en el fútbol

Tuve la fortuna de presenciar en directo el Real Madrid - Barcelona de la ida de las semifinales de la Copa del Rey en el Bernabéu junto a mi hijo de 9 años. Durante el partido —es cierto— cuando Alves tocaba el balón, se oían gritos de seguidores del Madrid imitando a monos. Mi hijo sorprendido, lo imitó y ahí estuve yo para corregir su actitud. Le expliqué el significado y asunto resuelto. Él sabe que no le permito insultar ni faltar al respeto a nadie. Al día siguiente pude leer en la prensa que se habían proferido insultos racistas en el Bernabéu.

Siempre he considerado el racismo como una exacerbación del sentido racial, pero cuando era un jugador negro del Real Madrid quien tenía el esférico, no se oían tales imitaciones simiescas. Sin embargo sí que se podían oír insultos cuando jugaba Messi, o Fàbregas, o Piqué... Insultos muy graves y que me niego a reproducir aquí por su mal gusto. No nos engañemos, esos mismos insultos cambiando el sujeto se escuchan en todos los campos. Ante estos insultos, nadie se escandaliza. Nadie protesta. No es "racismo". Ayer sin ir más lejos, en el Camp Nou se pudo ver cómo un láser verde insistía en la cara de Ronaldo. Este hecho me parece aún más grave pues puede provocar una lesión ocular.

Si somos realistas, observaremos que el único objetivo del insulto en el fútbol es desestabilizar al contrario. Da igual que se insinúe que su mujer es infiel, que su madre es una meretriz, se grite que un jugador es subnormal, o se hagan imitaciones de monos. Contra lo que hay que luchar no es contra el mal llamado racismo, sino contra la falta de educación, contra las faltas de respeto hacia los jugadores, y por supuesto, hacia todo el mundo. Cuando lleguemos a ese punto, sabremos disfrutar del fútbol... y de la vida.

Piensen.
Sean buenos.

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