El Real Madrid conquistó anoche la Supercopa de España tras imponerse al Barcelona por 2-1 en el Santiago Bernabéu. En una primera media hora espectacular, el Madrid logró dos goles y la expulsión de Adriano. Pudieron haber marcado varios más si no es por la escasa puntería de su delantera y el buen hacer —en este partido sí— de Valdés. Al filo del descanso Messi marcó un golazo y dió esperanza a los azulgranas, pero el marcador no se movió y el Madrid se llevó el gato al agua.
No me gustó el planteamiento de Mourinho, con 2-0 y un hombre más, se dedicó a esperar al rival en su campo en lugar de machacarlo. Muy conservador. Por su parte Vilanova pudo haber sacado algún atacante más en los últimos minutos —Villa, Fàbregas...— para intentar dar la vuelta al marcador y ganar el trofeo, pero tampoco lo hizo y acabó perdiendo. Mal también.
Al final de los 180 minutos, la Supercopa se decidió en uno. En el Camp Nou, en aquel minuto que pudo significar el 4-1 y acabó siendo el definitivo 3-2. Parafraseando la película de moda estos días, Ted, ya lo dijo Valdés: Culpa mía, estaba mandando un tuit... Enhorabuena al campeón.
Piensen.
Sean buenos.